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Muchos de los consejos que ofrecen los numerosos libros de autoayuda que circulan hoy día se centran en quienes ya están pasando por una crisis.

La Biblia, en cambio, no se limita a orientar a las personas que atraviesan momentos de angustia. Sus recomendaciones ayudan a evitar los errores que pudieran complicar innecesariamente la vida.

CONSEJOS BIBLICOS PARA TODOS

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jueves, 30 de septiembre de 2010

DEPRESIÓN ADOLESCENTE

“Por lo general, la depresión adolescente no obedece a un solo factor estresante, sino a varios.”—Doctora Kathleen McCoy.

¿CUÁLES son las causas de la depresión adolescente? Existen varios desencadenantes. A veces, los cambios físicos y emocionales propios de la pubertad invaden a los jóvenes de incertidumbre y temor, y los hacen propensos a estados de ánimo pesimistas. Además, los adolescentes suelen experimentar emociones negativas cuando se sienten rechazados por sus compañeros o por la persona de quien se han enamorado. Y también, como se indicó en el primer artículo de esta serie, la juventud de hoy crece en un mundo que ya de por sí puede ser deprimente. Vivimos, sin lugar a dudas, en “tiempos críticos, difíciles de manejar” (2 Timoteo 3:1).

Para agravar el problema, los jóvenes se encaran a las presiones de la vida por primera vez, sin las aptitudes y la experiencia de los adultos. En cierto sentido, son como turistas que tratan de orientarse en un lugar desconocido, abrumados por el entorno y, en muchos casos, renuentes a pedir ayuda. Esta situación puede convertirse en terreno fértil para que germine la depresión.

Pero hay otros factores que también pueden contribuir a la depresión adolescente. Analicemos algunos de ellos.

Los sentimientos de pérdida

La depresión a veces sobreviene tras una pérdida profunda: tal vez la muerte de un ser querido o la falta de contacto con uno de los padres a consecuencia del divorcio. Hasta la muerte de un animal de compañía puede sumir a un adolescente en la desesperación.

Hay otros tipos de pérdida que no son tan obvios. Por ejemplo, la mudanza a otro vecindario implica dejar atrás un entorno conocido y amigos queridos. Hasta la consecución de algún objetivo muy esperado —como el de graduarse de la escuela— puede ocasionar sentimientos de pérdida. Al fin y al cabo, iniciar una nueva fase de la vida implica perder el bienestar y la seguridad que se había tenido hasta entonces. También hay jóvenes que luchan con algún tipo de enfermedad crónica. En ese caso, la angustia de ser distinto de los demás compañeros —y tal vez el hecho de verse marginado— puede provocar en el adolescente la sensación de que su vida ya no es normal.

De todas formas, muchos jóvenes afrontan esas pérdidas sin quedar totalmente desconsolados. Están tristes, lloran, se afligen, se lamentan..., pero con el tiempo se adaptan. ¿A qué se debe, pues, que la mayoría de los adolescentes se encaren a las dificultades de la vida con gran fuerza moral, y otros sucumban a la agonía de la depresión? No existe una respuesta sencilla a esta pregunta, ya que se trata de un trastorno complejo. Lo que sí es cierto es que algunos adolescentes tal vez sean más vulnerables.

El factor bioquímico

Muchos profesionales de la salud mental creen que la depresión guarda una estrecha relación con algún desequilibrio bioquímico en el cerebro. Dicho desequilibrio puede ser genético, pues se ha descubierto que las posibilidades de que los adolescentes sufran depresión aumentan cuando uno de sus progenitores padece esta enfermedad. El libro Lonely, Sad and Angry (Soledad, tristeza e ira) dice: “La mayoría de los niños deprimidos tienen por lo menos a uno de sus progenitores enfermo de depresión”.

La pregunta que muchos se plantean es: ¿Heredan los niños la depresión, o simplemente aprenden a estar deprimidos al convivir con un progenitor que padece dicho trastorno? Es muy difícil determinar si la persona deprimida nace, o se hace, pues el cerebro es sumamente complejo, y también lo son muchos otros factores desencadenantes de la depresión adolescente.

El ambiente familiar

Se dice, y con razón, que la depresión es un asunto de familia. Como ya se ha señalado, tal vez haya un componente genético que transmita de una generación a otra la tendencia a la depresión; pero también influye el ambiente familiar. “Aquellos niños cuyos padres los hacen objeto de malos tratos son los que corren el mayor riesgo, así como también los que reciben demasiadas críticas y ven siempre destacadas sus deficiencias”, escribe el doctor Mark S. Gold. Lo opuesto, el que los padres abrumen a sus hijos con un afecto excesivo y los sobreprotejan, también puede conducir a la depresión. Cabe mencionar, no obstante, que según los descubrimientos de una investigadora, los niños son aún más propensos a la depresión cuando los padres no se interesan por ellos.

Ahora bien, esto no significa que todos los adolescentes deprimidos hayan recibido una crianza deficiente. Aunque es cierto que en algunos casos el ambiente familiar influye sobremanera, esa aseveración tan radical no tomaría en cuenta los muchos otros factores. “Los niños que viven en hogares en los que los padres discuten continuamente corren más riesgo de sufrir depresión que los que viven en ambientes menos tensos —escribe el doctor David G. Fassler—. La razón es, en parte, que los padres están tan absortos en sus disputas que desatienden las necesidades de sus hijos. Además, las discusiones giran a menudo en torno a estos, lo cual suele provocarles sentimientos de culpa, ira y resentimiento.”

Solo hemos analizado algunas posibles causas de la depresión adolescente. Pero hay más. Por ejemplo, algunos expertos dicen que los factores medioambientales (como la mala alimentación, las toxinas y el abuso de sustancias adictivas) pueden provocar depresión. Otros opinan que también influyen ciertos medicamentos (como algunos antihistamínicos y tranquilizantes). Además, parece que los niños con trastornos de aprendizaje son particularmente proclives a ella, quizá porque su autoestima tiende a disminuir al darse cuenta de que no consiguen mantenerse a la altura de sus compañeros de clase.

De todas formas, prescindiendo de cuál sea la causa, lo primordial es saber cómo ayudar a los adolescentes deprimidos.

Revista "Despertad" 01/8-9

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