BIENVENIDOS

Todos deseamos una vida de éxito. Para alcanzarla en este mundo tan complejo, es esencial que recibamos buenos consejos y que estemos dispuestos a obrar en armonía con ellos.

Muchos de los consejos que ofrecen los numerosos libros de autoayuda que circulan hoy día se centran en quienes ya están pasando por una crisis.

La Biblia, en cambio, no se limita a orientar a las personas que atraviesan momentos de angustia. Sus recomendaciones ayudan a evitar los errores que pudieran complicar innecesariamente la vida.

CONSEJOS BIBLICOS PARA TODOS

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jueves, 12 de agosto de 2010

CÓMO LOGRAR FELICIDAD EN EL MATRIMONIO

EL MATRIMONIO pudiera compararse a un viaje lleno de sorpresas, unas gratas y otras dolorosas. A medida que la pareja recorre el “trayecto”, van surgiendo obstáculos inesperados, y algunos les pueden parecer insalvables. Pero muchos realizan ese “viaje” felizmente, sin graves percances. Hay que tener presente que el éxito de un matrimonio no se mide por los altibajos que se experimenten, sino por la manera de afrontarlos.

En su opinión, ¿qué puede contribuir a que el viaje por los caminos del matrimonio sea agradable y exitoso? Muchas parejas ven la necesidad de consultar un “mapa de carreteras” que las dirija. El “mapa” más confiable proviene del Fundador del matrimonio: Jehová Dios. Ahora bien, la Palabra inspirada de Dios, la Santa Biblia, no es un amuleto de la buena suerte, pero sí contiene consejos que los casados han de seguir si desean ser felices en su matrimonio (Salmo 119:105; Efesios 5:21-33; 2 Timoteo 3:16).

Veamos algunas indicaciones que da la Biblia —principios clave— que lo pueden guiar en su travesía hacia un matrimonio exitoso.

Trate el matrimonio como algo sagrado. “Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre.” (Mateo 19:6.) El Creador instituyó el matrimonio cuando hizo a Eva y se la dio por esposa a Adán (Génesis 2:21-24). Cristo Jesús, que había presenciado aquel casamiento desde el cielo antes de bajar a la Tierra, confirmó que la unión matrimonial de Adán y Eva tendría que haber sido el comienzo de una relación duradera: “¿No leyeron que el que los creó desde el principio los hizo macho y hembra y dijo: ‘Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne’? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre” (Mateo 19:4-6).

Al decir “lo que Dios ha unido bajo un yugo”, Jesús no estaba dando a entender que Dios decide quién se casa con quién. Solo estaba confirmando que fue el propio Dios quien instituyó la relación matrimonial y que, por tanto, esta debe considerarse sagrada.

Como es natural, a nadie le atrae la idea de estar “unido bajo un yugo” con su cónyuge si su relación no es más que una coexistencia fría y desamorada. Lo que los casados desean es que su unión prospere y sea feliz. Y el matrimonio efectivamente puede estar “unido bajo un yugo” y ser feliz si ambos aplican los prácticos consejos del Creador registrados en la Biblia.

Ahora bien, dado que todos somos imperfectos, es inevitable que surjan malentendidos y diferencias. Pero con frecuencia, el éxito del matrimonio no depende tanto de la compatibilidad entre ambos como de la manera en que lidian con la incompatibilidad. Por tanto, una de las cualidades más esenciales en el matrimonio es la de poder resolver los desacuerdos con amor, ya que el amor “es el vínculo que lo une todo en perfecta armonía” (Colosenses 3:14, La Biblia al Día, Nuevo Testamento, edición para España).

Hable con respeto. “Las palabras desconsideradas hieren como una espada, la palabra de un sabio será el remedio.” (Proverbios 12:18, La Nueva Biblia Latinoamérica, 2005.) Los investigadores han descubierto que la mayoría de las conversaciones terminan tal como empezaron. De modo que si la conversación empieza con respeto, es más probable que termine de manera respetuosa. Y a la inversa, todos sabemos cuánto duele que alguien amado nos hable desconsideradamente. Por tanto, pida a Dios que le ayude en su esfuerzo por hablar con dignidad, respeto y afecto (Efesios 4:31). Haruko, una mujer japonesa que lleva cuarenta y cuatro años casada, explica: “Aunque ambos vemos las debilidades del otro, siempre procuramos hablarnos y tratarnos con respeto. Eso ha contribuido mucho a la felicidad de nuestro matrimonio”.

Cultive la bondad y la compasión. “Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos.” (Efesios 4:32.) Cuando surgen grandes desacuerdos, es fácil que la ira de uno provoque ira en el otro. Annette, que vive en Alemania y lleva treinta y cuatro años felizmente casada, admite: “No es fácil mantener la calma cuando se está bajo presión. Se dicen cosas que ofenden a la otra persona, y lo único que se consigue es empeorar la situación”. Pero cuando uno trata de ser amable y compasivo, contribuye a allanar el camino para que haya paz.

Sea humilde. La Biblia dice que “no [hagamos] nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino considerando con humildad mental que los demás son superiores” (Filipenses 2:3). Muchos conflictos se deben a que los cónyuges, movidos por el orgullo, se culpan el uno al otro de los problemas en lugar de buscar humildemente formas de ayudarse. Cuando surge un desacuerdo, la humildad ayuda a reprimir el impulso de insistir en tener la razón.

No se ofenda por cualquier cosa. “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido.” (Eclesiastés 7:9.) No refute enseguida la opinión de su cónyuge ni se ponga a la defensiva si este le cuestiona algo que usted ha dicho o hecho. Procure más bien escuchar lo que le dice y demostrarle que comprende sus sentimientos. Antes de contestar, piense bien lo que va a decir. ¡Cuántas parejas aprenden demasiado tarde que es mucho más importante ganarse el cariño del cónyuge que ganar una discusión!

Sepa cuándo callar. “Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira.” (Santiago 1:19.) Buena comunicación... este es sin duda uno de los factores más importantes para la felicidad marital. ¿Por qué dice la Biblia, entonces, que hay un “tiempo de callar”? (Eclesiastés 3:7.) Porque la buena comunicación exige que haya momentos en los que uno calle y escuche con atención lo que el otro dice para averiguar lo que piensa y por qué piensa de ese modo.

Escuche con empatía. “Regocíjense con los que se regocijan; lloren con los que lloran.” (Romanos 12:15.) La empatía es una cualidad indispensable para la comunicación eficaz, pues quien la posee es capaz de sentir las emociones más profundas de su cónyuge. También ayuda a crear un ambiente en el que las opiniones y los sentimientos de ambos se tratan con respeto y dignidad. “Cuando hablamos de nuestros problemas —confiesa Nella, que vive en Brasil y lleva treinta y dos años casada—, siempre escucho con mucha atención para llegar a entender lo que piensa y siente Manuel.” Cuando su cónyuge hable, recuerde que es “tiempo de callar” y escuchar con empatía.

Acostúmbrese a ser agradecido. “Muéstrense agradecidos.” (Colosenses 3:15.) Algo que da solidez al matrimonio es que ambos se aseguren de que el otro se sienta apreciado. Pero en la rutina diaria hay quienes, pensando que el cónyuge ya sabe que se le valora, desatienden este aspecto esencial de la comunicación. “La mayoría de las parejas —señala la doctora Ellen Wachtel— podrían darse el uno al otro ese sentimiento de valoración si sencillamente se propusieran hacerlo.”

La mujer, en particular, necesita que su esposo le demuestre que la ama y la valora. El hombre puede contribuir mucho a la salud del matrimonio y al bienestar de su esposa —y de él mismo— si se determina a expresar su agradecimiento por lo que ella hace y por las cualidades que manifiesta.

Además de las expresiones verbales de aprecio, también son importantes las muestras de afecto no verbales. Un beso tierno, una dulce caricia y una sonrisa cariñosa le dicen mucho más a una mujer que las palabras te quiero. Esas acciones de parte de su marido la ayudan a sentirse apreciada y necesitada. Llame a su esposa por teléfono o envíele un mensaje electrónico para decirle que la echa de menos o para preguntarle cómo le va. Si nota que ahora, una vez casados, ya no está tan pendiente de demostrarle que la quiere como cuando eran novios, convendría que empezara a hacerlo de nuevo. Siga observando cuáles son los detalles que la hacen feliz.

Entre los consejos que el rey Lemuel del antiguo Israel recibió de su madre, hallamos unas palabras muy oportunas para los casados. Tras mencionar las virtudes de la buena esposa, ella declaró: “Su esposo la alaba y le dice: ‘Mujeres buenas hay muchas, pero tú las superas a todas’” (Proverbios 31:1, 28, 29, Traducción en lenguaje actual). ¿Cuándo fue la última vez que usted, lector, alabó a su esposa, o usted, lectora, alabó a su esposo?

Perdone cuanto antes. “Que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado.” (Efesios 4:26.) Dado que en el matrimonio ambos cónyuges cometen errores, es esencial que los dos estén dispuestos a perdonar. Clive y Monica, de Sudáfrica, llevan casados cuarenta y tres años y dicen que les ha resultado muy útil este consejo bíblico. Clive explica: “Procuramos poner en práctica el principio que se expone en Efesios 4:26 de perdonarnos el uno al otro sin demora, pues sabemos que eso es lo que Dios quiere. Una vez hecho esto, nos sentimos bien, nos vamos a la cama con la conciencia tranquila y dormimos a gusto”.

Un sabio proverbio bíblico dice: “Es hermosura de su parte pasar por alto la transgresión” (Proverbios 19:11). Annette, mencionada antes, confirma la veracidad de estas palabras: “Sin perdón no puede funcionar el matrimonio”. ¿Por qué? “La falta de perdón —explica ella— genera resentimiento y desconfianza, cosas que envenenan un matrimonio. El perdón refuerza el vínculo conyugal y une aún más a la pareja.”

Ahora bien, si usted ha herido los sentimientos de su esposo o de su esposa, no se contente con pensar que ya se le pasará. Para hacer las paces, a menudo hace falta admitir que se cometió un error. Esta es una de las cosas más difíciles que tienen que hacer los casados, pero no se retraiga. Busque la manera de decir con humildad algo como: “Lo siento, cariño. Me equivoqué”. Al pedir disculpas humildemente, se ganará el respeto de su cónyuge y contribuirá a que se vaya forjando entre ustedes una relación de confianza; además, sentirá una gran paz mental.

Respete el compromiso que contrajo con su cónyuge. El marido y la mujer “ya no son dos, sino una sola carne. Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre”, dijo Jesús (Mateo 19:6). Al casarse, los dos prometen solemnemente ante Dios y los hombres, y el uno al otro, que continuarán juntos aunque surjan problemas. Pero ese compromiso no es tan solo una obligación legalista. Está motivado por un amor sincero, de corazón, y es una muestra del respeto que se tienen el uno al otro y que le tienen a Dios. Así que nunca dañe su sagrada relación marital flirteando con otras personas; usted solo debe tener ojos para su esposa o su esposo (Mateo 5:28).

La abnegación refuerza el compromiso. “No vigil[e] con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás.” (Filipenses 2:4.) Poner las necesidades y preferencias del cónyuge por encima de las propias es una de las maneras de reforzar el compromiso. Premji, que lleva veinte años casado, siempre procura colaborar con su esposa en las tareas de la casa, ya que ella tiene un trabajo de jornada completa. “Ayudo a Rita a cocinar, limpiar y demás —comenta—, pues quiero que tenga tiempo y energías para hacer las cosas que le gustan.”

Vale la pena esforzarse

A veces, el gran esfuerzo que envuelve tener un matrimonio feliz puede hacer que algunas personas se vean tentadas a rendirse. Pero no permita que los problemas le hagan quebrantar su compromiso y perder todo lo que lleva invertido en su matrimonio, todo lo que ya han andado juntos.

No hay duda, pues, de que si el marido y la mujer se apoyan el uno al otro durante las dificultades y disfrutan juntos de los momentos agradables, tendrán un feliz “viaje” por los caminos del matrimonio.

Revista Despertad 7/08

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