BIENVENIDOS

Todos deseamos una vida de éxito. Para alcanzarla en este mundo tan complejo, es esencial que recibamos buenos consejos y que estemos dispuestos a obrar en armonía con ellos.

Muchos de los consejos que ofrecen los numerosos libros de autoayuda que circulan hoy día se centran en quienes ya están pasando por una crisis.

La Biblia, en cambio, no se limita a orientar a las personas que atraviesan momentos de angustia. Sus recomendaciones ayudan a evitar los errores que pudieran complicar innecesariamente la vida.

CONSEJOS BIBLICOS PARA TODOS

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jueves, 12 de agosto de 2010

CÓMO PREPARARSE PARA TENER ÉXITO EN EL MATRIMONIO

LA CONSTRUCCIÓN de un edificio requiere preparación cuidadosa. Antes de colocar el fundamento, debe adquirirse el terreno, han de trazarse los planos y calcular los gastos.

(Lucas 14:28 Jesús dijo: “¿Quién de ustedes que quiere edificar una torre no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo suficiente para completarla?”.

Lo que es cierto en la construcción de un edificio también lo es en la formación de un matrimonio de éxito. Muchos dicen: “Quiero casarme”. ¿Pero cuántos se paran y calculan el costo? Aunque la Biblia habla favorablemente del matrimonio, también señala los desafíos que este presenta.

Por lo tanto, los que están contemplando el matrimonio deben tener una visión realista tanto de las bendiciones como del costo que comporta.

Dios quien dio origen al matrimonio puede ayudarnos mediante la Biblia (2 Timoteo 3:16 “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia”).

¿Cómo Puede Uno Saber Si Está Preparado Para El Matrimonio?

La construcción de un edificio puede ser costosa, pero no lo es menos su mantenimiento a largo plazo. Lo mismo sucede en el caso del matrimonio. Casarse puede constituir un desafío; pero mantener una buena relación en el matrimonio año tras año no lo es menos. ¿Qué se requiere para mantener esa buena relación? Un factor fundamental es el sentimiento de compromiso sin reservas.

La idea de un compromiso solemne asusta a muchos. Saber que va a estar atado para toda la vida con una misma persona, ¿lo hace sentir acorralado? Si la respuesta es “sí” entonces no está preparado para el matrimonio, no está preparado para aceptar ese compromiso solemne. Pero si amamos de verdad a la persona con la que pensamos casarnos, el compromiso no nos parecerá una carga. Por el contrario, lo veremos como una garantía de seguridad. Hará que la pareja desee estar junta durante tiempos favorables y desfavorables, así como apoyarse mutuamente en toda circunstancia. (1 Corintios 13:4-8 “ El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las espera, todas las aguanta. El amor nunca falla”.)

“El compromiso del matrimonio me da seguridad —dice una mujer—. Valoro el sentimiento reconfortante que me produce haber admitido para nosotros mismos y delante del mundo que deseamos mantenernos unidos.” (Eclesiastés 4:9-12.” Mejores son dos que uno, porque tienen buen galardón por su duro trabajo. Pues si uno de ellos cae, el otro puede levantar a su socio. Pero ¿cómo le irá al que está solo y cae cuando no hay otro que lo levante? Además, si dos se acuestan juntos, entonces ciertamente se calientan; pero ¿cómo puede mantenerse caliente uno solo? Y si alguien pudiera subyugar a uno solo, dos juntos podrían mantenerse firmes contra él. Y una cuerda triple no puede ser rota en dos pronto.)

Cumplir ese compromiso requiere madurez. Muchos de los que se casan cuando son muy jóvenes se dan cuenta de que sus necesidades y deseos, así como los de su pareja, cambian después de unos cuantos años. Las estadísticas ponen de relieve que la probabilidad de que los matrimonios de adolescentes sean infelices y terminen en divorcio es mucho mayor que en el caso de los que se desposan más tarde. De modo que no hay que precipitarse. Posponer el matrimonio también puede ayudarnos a entendernos mejor a nosotros mismos, un factor esencial para una buena relación de pareja.

¿Qué Debe Buscarse En El Futuro Cónyuge?

¿Nos parece fácil enumerar las cualidades que nos gustaría que tuviera nuestra pareja? Sin embargo, ¿qué puede decirse de nuestras cualidades? ¿Qué cualidades tengo yo que puedan contribuir al éxito de mi matrimonio? ¿Qué clase de esposo o esposa seré? Por ejemplo, ¿admito sin vacilar mis errores y acepto el consejo, o siempre me pongo a la defensiva cuando me corrigen? ¿Soy normalmente alegre y optimista, o suelo ser pesimista y quejumbroso? Recordemos que el matrimonio no va a cambiar nuestra personalidad. Si somos orgullosos, hipersensibles o muy pesimistas de solteros, seremos igual de casados. Puesto que es difícil vernos a nosotros mismos pregúntese ¿cómo me ven los demás? Si vemos que podemos efectuar algún cambio, trabajemos en ello antes de contemplar el matrimonio.

Imagínese dos instrumentos musicales, como por ejemplo, el piano y la guitarra. Si están bien afinados, cualquiera de los dos produce música agradable como instrumento solista. Pero ¿qué sucede si se tocan juntos? En ese caso deben estar afinados entre sí. Lo mismo sucede con los componentes de la pareja. Es posible que cada uno se haya esforzado por “afinar” su personalidad a nivel individual. Pero la pregunta importante es: ¿están afinados entre sí? En otras palabras, ¿son compatibles?

Es importante que ambos compartan las mismas creencias y principios, debe tener metas similares ¿Cuáles son las suyas? Por ejemplo, ¿qué piensan sobre tener hijos? ¿Qué ocupa el lugar prioritario en su vida? El verdadero éxito en el matrimonio requiere que ambos cónyuges sean buenos amigos y disfruten de la compañía mutua. (Proverbios 17:17 “Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia”.) Para ello deben poseer intereses en común. Es difícil mantener una amistad estrecha —mucho menos un matrimonio— cuando este no es el caso. Ahora bien, si a su futura pareja le gusta una actividad en particular, como el excursionismo, y a usted no, ¿quiere decir eso que no son el uno para el otro? No necesariamente. Es posible que tengan en común otros intereses de mayor relevancia. Es más, usted puede hacer feliz a su futura pareja participando en las actividades sanas que a ella le gustan (Hechos 20:35 “Hay más felicidad en dar que en recibir”).

Puede decirse que la compatibilidad viene determinada por la facultad de adaptación más bien que por la identidad de caracteres. En vez de preguntarse: ‘¿Concordamos en todo?’, sería mejor plantearse: ‘¿Qué sucede cuando disentimos? ¿Podemos discutir los asuntos con calma, respetando la dignidad de nuestra pareja? ¿O se convierten los desacuerdos en discusiones acaloradas?’. (Efesios 4:31 “Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa, junto con toda maldad”.) Si queremos casarnos, debemos cuidarnos de quienes sean orgullosos, dogmáticos, de los que nunca quieran ceder o de los que constantemente insistan en salirse con la suya, abierta o solapadamente.

LA MUJER podría preguntarse: ‘¿Qué reputación tiene este hombre? ¿Quiénes son sus amigos? ¿Tiene autodominio? ¿Cómo trata a las personas mayores? ¿De qué clase de familia procede? ¿Cómo se lleva con sus familiares? ¿Qué actitud tiene con referencia al dinero? ¿Abusa de las bebidas alcohólicas? ¿Tiene mal genio o es incluso violento? ¿Qué responsabilidades tiene en la congregación, y cómo cumple con ellas? ¿Podría respetarlo profundamente?’.

EL HOMBRE podría preguntarse: ‘¿Ama y respeta a Dios esta mujer? ¿Puede encargarse de un hogar? ¿Qué esperará de nosotros su familia? ¿Es prudente, trabajadora, ahorrativa? ¿De qué suele hablar? ¿Se interesa sinceramente por el bienestar ajeno, o es egocéntrica y entrometida? ¿Es confiable? ¿Está dispuesta a someterse a la jefatura, o es terca, incluso hasta rebelde?’.

¿Qué podemos hacer si percibimos tendencias que nos preocupan mucho? Estas deben sopesarse detenidamente. Por mucho que nos atraiga la persona y por grandes que sean los deseos que tengamos de casarnos, nunca cerremos los ojos a las faltas graves. (Proverbios 22:3 “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena”.) Si tenemos serias reservas sobre nuestra futura pareja, lo más prudente es romper la relación y no comprometernos solemnemente con ella.

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