BIENVENIDOS

Todos deseamos una vida de éxito. Para alcanzarla en este mundo tan complejo, es esencial que recibamos buenos consejos y que estemos dispuestos a obrar en armonía con ellos.

Muchos de los consejos que ofrecen los numerosos libros de autoayuda que circulan hoy día se centran en quienes ya están pasando por una crisis.

La Biblia, en cambio, no se limita a orientar a las personas que atraviesan momentos de angustia. Sus recomendaciones ayudan a evitar los errores que pudieran complicar innecesariamente la vida.

CONSEJOS BIBLICOS PARA TODOS

CONSEJOS BIBLICOS PARA TODOS

Le invitamos a escribirnos a:

consejosbiblicosparatodos@hotmail.com

Cuéntenos su inquietud y gustosamente le responderemos con el consejo que necesitas basado en La Biblia totalmente gratis.


Escríbanos

Nombre*
Email*
Asunto*
Mensaje*
Image Verification
captcha
Please enter the text from the image:
[Refresh Image][What's This?]

miércoles, 11 de agosto de 2010

Cómo saber si La Biblia es la Palabra de Dios

¿No fue escrita por hombres hace mucho tiempo atrás?

¿Es la Biblia científicamente confiable?

¿Puede cambiar la vida de la gente?

¿Son iguales todas las Biblias?

La Biblia ha sido durante mucho tiempo el libro más vendido en la historia de los Códices (Un Códice es un conjunto de hojas cortadas, cocidas y pegadas que forman cuadernillos y cuadernos. Antes de los Códices sólo existían rollos).

Inclusive se le ha llamado “La Palabra de Dios”. Y muchos dicen que ha ejercido una poderosa influencia en la vida de la gente.

Sin embargo muchos nos hemos preguntado alguna vez… ¿Es verdad todo lo que la gente dice acerca de la Biblia? ¿Cuál es su historia? ¿Acaso no fue escrita por hombres?

En este artículo analizaremos con detalle algunos datos históricos y hechos científicamente comprobables, que nos ayudarán a saber si es la Biblia un libro que merezca nuestra confianza.

Su Historia

LA Biblia es más que solo un libro. Es una biblioteca de 66 libros —algunos cortos y otros bastante largos— que contienen ley, profecía, historia, poesía, consejo y mucho más.

Siglos antes del nacimiento de Cristo, judíos o israelitas escribieron (principalmente en hebreo) los primeros 39 libros. Esta es la parte de la Biblia llamada con frecuencia el Antiguo Testamento.

Los últimos 27 libros fueron escritos en griego por cristianos, y son muy conocidos como el Nuevo Testamento. Según las pruebas internas y las tradiciones más antiguas, los 66 libros fueron escritos durante un período de unos 1.600 años, desde cuando Egipto era una potencia dominante hasta cuando Roma controlaba el mundo.

La Biblia comenzó a escribirse alrededor del año 1,513 a. E.C. (Antes de la Era Común o antes de Cristo). Fue escrita por 40 hombres de diferentes antecedentes, desde pastores de ovejas y pescadores hasta médicos y abogados.

El Antiguo Testamento y su Supervivencia

Más de 3,000 años atrás, cuando empezó a escribirse la Biblia, Israel era simplemente una nación pequeña entre muchas del Oriente Medio.

En aquel tiempo los israelitas no eran los únicos envueltos en la producción de literatura religiosa. Otras naciones también estaban escribiendo literatura que reflejaba sus creencias religiosas y valores nacionales. Por ejemplo, la leyenda acadia de Gilgamés, de Mesopotamia, y las epopeyas de Ras-Shamra, escritas en ugarítico (un idioma que se hablaba en lo que ahora es el norte de Siria), sin duda eran muy populares. Entre la vasta literatura de aquella época también había obras como Las amonestaciones de Ipu-wer y La profecía de Nefer-rohu, en egipcio, himnos a diferentes divinidades en sumerio y obras proféticas en acadio (Del libro Ancient Near Eastern Texts, edición de James B. Pritchard, 1969, pp. vi, xii, xiii, xiv).

Sin embargo, a todas aquellas obras del Oriente Medio les pasó lo mismo. Fueron olvidadas, y hasta los idiomas en que se escribieron dejaron de existir. Solo en años recientes se han enterado arqueólogos y filólogos de la existencia de aquellas obras y han descubierto cómo leerlas.

Por otra parte, los primeros libros escritos de la Biblia hebrea han sobrevivido hasta nuestros tiempos y todavía se leen extensamente. En ocasiones ciertos eruditos han alegado que de algún modo los libros bíblicos hebreos se derivaron de aquella literatura de la antigüedad. Sin embargo, la supervivencia de la Biblia hebrea —en contraste con tanta de aquella literatura que pasó al olvido— la marca como significativamente diferente.

Debe comprenderse que desde un punto de vista lógico la supervivencia de la Biblia no era de esperarse. Las comunidades que la produjeron experimentaron pruebas tan difíciles y opresión tan enconada que realmente es extraordinario que la Biblia haya sobrevivido hasta la actualidad.

En los años antes de Cristo los judíos que produjeron las Escrituras Hebreas (el “Antiguo Testamento”) eran una nación relativamente pequeña. Moraron en peligro entre poderosos estados políticos envueltos en luchas por la supremacía. Para sobrevivir, Israel tuvo que pelear contra una sucesión de naciones, como los filisteos, los moabitas, los ammonitas y los edomitas. Durante una época en que los hebreos estuvieron divididos en dos reinos, el cruel Imperio Asirio casi eliminó el reino del norte, mientras que los babilonios destruyeron el reino del sur y se llevaron en cautiverio al pueblo; y solo un resto regresó a su tierra 70 años después.

Hasta hay informes de intentos de genocidio contra los israelitas. Allá en los días de Moisés, el Faraón Egipcio ordenó el asesinato de todos los varones israelitas recién nacidos. De haberse llevado a cabo su orden, se habría aniquilado a los hebreos (Éxodo 1:15-22). Mucho tiempo después, cuando los persas dominaban a los judíos, enemigos de los judíos procuraron que se aprobara una ley para exterminarlos. (Ester 3:1-15.) El fracaso de aquella conspiración todavía se celebra en la fiesta judía de Purim.

Después, cuando los judíos fueron subyugados por Siria, el rey Antíoco IV se empeñó en helenizar a la nación judía mediante obligarla a seguir las costumbres griegas y adorar a los dioses griegos. Aquellos esfuerzos también fracasaron. En vez de ser eliminados o asimilados, los judíos sobrevivieron, en contraste con la mayoría de los grupos nacionales a su alrededor, que desaparecieron del escenario mundial. Y las Escrituras Hebreas de la Biblia sobrevivieron con ellos.

El Nuevo Testamento y los Guardianes de la Biblia

Los cristianos, que produjeron la segunda parte de la Biblia (el “Nuevo Testamento”), también fueron un grupo oprimido. A Jesús, su caudillo, se le dio muerte como a un criminal común. En los primeros días después de Su muerte las autoridades judías de Palestina trataron de acabar con los cristianos. Cuando el cristianismo se esparció a otros países, los judíos los persiguieron tenazmente y obstaculizaron su obra (Hechos 5:27, 28; 7:58-60; 11:19-21; 13:45; 14:19; 18:5, 6).

La tolerancia inicial de las autoridades romanas cesó en los tiempos de Nerón. Tácito se jactó de las “torturas intensas” que aquel cruel emperador infligió a los cristianos, y desde su tiempo en adelante el ser cristiano fue un delito castigable con pena de muerte (The Annals, por Tacito, Libro XV. 39, 44 y Latin Selections, edición de Moses Hadas y Thomas Suits, 1961, p. 227).

En 303 E.C. el emperador Diocleciano obró directamente contra la Biblia. Para acabar con el cristianismo, ordenó la quema de todas las Biblias cristianas (The Cambridge History of the Bible, edición de S. L. Greenslade, 1963, tomo 3, p. 476).

Aquellas campañas de opresión y genocidio verdaderamente ponían en peligro la supervivencia de la Biblia. Si a los judíos les hubiera ocurrido lo mismo que a los filisteos y los moabitas, o si hubieran tenido éxito los esfuerzos de —primero— las autoridades judías, y —después— las autoridades romanas por acabar con el cristianismo, ¿quiénes habrían escrito y conservado la Biblia? Felizmente, los guardianes de la Biblia —primero los judíos y después los cristianos— no fueron eliminados, y la Biblia sobrevivió.

Pero surgió otra seria amenaza, si no contra la supervivencia de la Biblia, por lo menos contra su integridad.

¿Son confiables las copias de la Biblia?

Muchas de las obras antiguas ya mencionadas que al fin pasaron al olvido se habían tallado en piedra o grabado en tablillas de barro duraderas. No fue así con la Biblia. Esta fue escrita originalmente en papiro (Hoja hecha a base del tallo de la planta que lleva su nombre) o en pergamino (Hecho de cuero animal)... materiales mucho menos durables. El resultado de esto fue que los manuscritos originales desaparecieron hace muchísimo. Entonces, ¿cómo se conservó la Biblia? Mediante incontables miles de copias hechas laboriosamente a mano. Así se reproducía por lo general un libro antes de la invención de la imprenta.

Pero hay un peligro cuando algo se copia a mano. Sir Frederic Kenyon, el famoso arqueólogo que fue bibliotecario del Museo Británico, explicó: “Hasta ahora no se han creado la mano ni el cerebro humanos que puedan copiar completamente una obra larga sin cometer algún error. [...] De seguro se introducirían errores” (Our Bible and the Ancient Manuscripts, por sir Frederic Kenyon, 1958, p. 50).

Cuando un error se introducía en un manuscrito, se repetía cuando ese manuscrito se usaba como la base para copias futuras. Cuando se hacían muchas copias durante un largo período de tiempo, se introducían muchos errores humanos.

En vista de los muchos miles de copias que se hicieron de la Biblia, ¿cómo sabemos que este proceso no la cambió hasta hacerla irreconocible? Pues bien, considere el caso de la Biblia hebrea, el “Antiguo Testamento”. En la segunda mitad del siglo VI a.E.C., cuando los judíos regresaron del exilio en Babilonia, un grupo de hebraístas conocido como los soferim, “escribas”, llegaron a ser los guardianes del texto de la Biblia hebrea, con la responsabilidad de copiar aquellas Escrituras para su uso en la adoración pública y privada. Eran hombres muy devotos a su labor, profesionales, y su obra fue de la mejor calidad.

Desde el siglo VII hasta el X E.C. los que hicieron la obra que antes hacían los soferim fueron los masoretas. Su nombre se deriva de una palabra hebrea que significa “tradición”, y básicamente ellos también eran escribas encargados de conservar el texto hebreo tradicional. Los masoretas eran meticulosos. Por ejemplo, el escriba tenía que usar como texto maestro una copia debidamente autenticada, y no se le permitía escribir nada de memoria. Tenía que verificar cada letra antes de escribirla (Our Bible and the Ancient Manuscripts, p. 79). El profesor Norman K. Gottwald informa: “Una indicación del cuidado con que cumplían sus deberes era el requisito rabínico de que todos los manuscritos nuevos se sometieran a corrección de pruebas y las copias defectuosas se descartaran inmediatamente” (A Light to the Nations, por Norman K. Gottwald, 1959, p. 40).

¿Con cuánta exactitud transmitieron el texto los soferim y los masoretas? Hasta 1947 era difícil contestar esa pregunta, pues los más antiguos manuscritos hebreos completos eran del siglo X E.C. Sin embargo, en 1947 se hallaron fragmentos de manuscritos muy antiguos en ciertas cavernas cerca del mar Muerto, y entre estos había partes de libros de la Biblia hebrea. Algunos fragmentos eran de antes del tiempo de Cristo. Los escriturarios los compararon con los manuscritos hebreos existentes para ver cuán exactamente se había transmitido el texto. ¿Qué resultado tuvo esta comparación?

Entre las obras de más antigüedad descubiertas estuvo todo el libro de Isaías, y la similitud de su texto con el de la Biblia masorética que tenemos hoy es asombrosa. El profesor Millar Burrows escribe: “Muchas de las diferencias entre el rollo de Isaías [descubierto recientemente] [...] y el texto masorético pueden explicarse como errores al copiar. Aparte de estos, en general hay una notable concordancia con el texto de los manuscritos medievales. Tal concordancia en un manuscrito de mucha más antigüedad ciertamente es testimonio de la exactitud del texto tradicional en conjunto”. Burrows añade: “Maravilla el que por unos mil años el texto experimentara alteraciones tan leves” (The Dead Sea Scrolls, por Millar Burrows, 1955, pp. 303, 304).

En cuanto a la parte de la Biblia escrita en griego por los cristianos —el llamado Nuevo Testamento—, los copistas eran más como aficionados talentosos que como los muy educados y profesionales soferim. Pero por trabajar como lo hacían bajo la amenaza del castigo de las autoridades, tomaban muy en serio su obra. Y hay dos cosas que nos aseguran que hoy tenemos un texto que en esencia es el mismo que se escribió originalmente. Primero, tenemos manuscritos de una fecha mucho más cercana a la de los escritos originales que los manuscritos de la parte hebrea de la Biblia. De hecho, un fragmento del Evangelio de Juan es de la primera mitad del segundo siglo, o sea, de menos de 50 años después de cuando Juan probablemente lo escribió. Segundo, por sí misma la gran cantidad de manuscritos existentes hace posible una formidable demostración de lo válido del texto.

Sobre esto sir Frederic Kenyon testificó: “Hay que enfatizar vigorosamente la seguridad sustancial del texto de la Biblia. Esto se puede decir especialmente del Nuevo Testamento. Tan grande es la cantidad de manuscritos del Nuevo Testamento, de sus traducciones desde los primeros tiempos y de citas de él por los escritores más antiguos de la Iglesia, que es casi seguro que la verdadera lectura de todo pasaje dudoso está en alguna de esas autoridades antiguas. No se puede decir eso de ningún otro libro antiguo del mundo” (Our Bible and the Ancient Manuscripts, p. 55).

Los Idiomas de la Biblia

Los idiomas originales usados en la Biblia obstaculizaban también su supervivencia. Los primeros 39 libros se escribieron principalmente en hebreo, la lengua de los israelitas. Pero el hebreo nunca ha sido lengua extensamente conocida. Si la Biblia hubiera seguido en aquel idioma, su influencia nunca habría trascendido de la nación judía y de los pocos extranjeros que podían leerla. Sin embargo, en el siglo III a.E.C. se comenzó a traducir la parte hebrea de la Biblia al griego para beneficio de los hebreos que vivían en Alejandría, Egipto. En aquel tiempo el griego era lengua internacional. Así los no judíos tuvieron fácil acceso a la Biblia hebrea.

Cuando llegó el tiempo para que se escribiera la segunda parte de la Biblia, el griego todavía se hablaba extensamente, y por eso los últimos 27 libros de la Biblia se escribieron en esa lengua. Pero no todo el mundo entendía el griego. Por eso, poco después empezaron a aparecer traducciones de la parte hebrea y de la parte griega de la Biblia en los idiomas de uso diario en aquellos primeros siglos de la era común, tales como siriaco, copto, armenio, georgiano, gótico y etiópico. El idioma oficial del Imperio Romano era el latín, y se hicieron tantas traducciones al latín que fue necesario mandar hacer una “versión autorizada”. Esta se terminó alrededor de 405 E.C. y llegó a ser conocida como la Vulgata (que significa “popular” o “común”).

Como se ve, a pesar de muchos obstáculos la Biblia sobrevivió hasta los primeros siglos de nuestra era común. Los que la produjeron eran minorías despreciadas y perseguidas que vivían una vida difícil en un mundo hostil. En el proceso de copiarla su significado pudo haberse torcido gravemente, pero está comprobado que eso no sucedió. Además, escapó del peligro de que solo pudieran leerla personas de ciertos idiomas.

Surge ahora la siguiente pregunta: ¿Por qué sobrevivió la Biblia cuando tantas otras obras literarias que no afrontaron las mismas dificultades fueron olvidadas?

La Biblia contesta esto al decir: “El dicho de Jehová dura para siempre” (1 Pedro 1:25). Si la Biblia es en verdad la Palabra de Dios, ningún poder humano puede destruirla. Y hasta este siglo XX, esa es la realidad.

Sin embargo, en el siglo IV E.C. sucedió algo que con el tiempo tuvo como consecuencia nuevos ataques contra la Biblia y afectó profundamente el curso de la historia europea. Solo diez años después de haber intentado Diocleciano destruir toda copia de la Biblia, la política imperial cambió y el “cristianismo” fue legalizado. Doce años después, en 325 E.C., un emperador romano presidió el concilio “cristiano” de Nicea. ¿Por qué resultaría ser peligroso para la Biblia algo que parecía ser tan favorable?

No hay comentarios:

Publicar un comentario